"Nosotros no poseemos la verdad, es la Verdad quien nos posee a nosotros. Cristo, que es la Verdad, nos toma de la mano". Benedicto XVI
"Dejá que Jesús escriba tu historia. Dejate sorprender por Jesús." Francisco

"¡No tengan miedo!" Juan Pablo II
Ven Espiritu Santo, llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu amor. Envía, Señor, tu Espíritu para darnos nueva vida. Y renovarás el Universo. Dios, que iluminaste los corazones de tus fieles con las luces del Espíritu Santo, danos el valor de confesarte ante el mundo para que se cumpla tu plan divino. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.

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lunes, 7 de enero de 2013

San Raimundo de Peñafort, 7 de Enero

 

Raimundo significa "Buen consejo". Nació en Peñafort, cerca de Barcelona, España, en 1175. A los 20 años ya era profesor de filosofía en un colegio de Barcelona, y a los 30 años era profesor en la famosa Universidad de Bolonia (Italia), donde se había doctorado.

En 1222 entró en la Comunidad de Padres Dominicos cuando apenas hacía ocho meses que había muerto San Domingo de Guzmán, el fundador de esa Comunidad.
Pidió a sus superiores que le pusieran oficios duros y humillantes para hacer penitencia de sus pecados, especialmente de su orgullo. Pero los superiores le pusieron por oficio y tarea el dedicarse a coleccionar las respuestas que los sabios antiguos de la Iglesia daban a ciertas preguntas difíciles de los fieles, lo cual llamó "Casos de conciencia" y compuso entonces su famoso libro llamado "Summa" o resumen de respuestas difíciles en la confesión.
Raimundo obtuvo de Dios la "eficacia de la palabra", o sea que su predicación lograra conmover a los oyentes y convertirlos. Y así recorrió ciudades y campos de Aragón, Castilla y Cataluña y los que lo acompañaban decían que parecía casi imposible que un predicador lograra tantas transformaciones con sus sermones.
Junto con San Pedro Nolasco, Raimundo fundó la Comunidad de los Padres Mercedarios, dedicada a rescatar a los cristianos secuestrados por los mahometanos o turcos.
En 1230 el Papa Gregorio IX llamó a Raimundo a Roma y entre otros cargos que le dio, lo nombró su confesor. Una de las penitencias que éste santo le puso al Sumo Pontífice fue que atendiera siempre muy bien las peticiones que le hicieran los pobres.
El Papa le encomendó que recogiera y publicara todos los decretos que habían dado los Pontífices y los Concilios. Después de tres años de trabajo publicó su famosísimo libro titulado "Decretales", el cual han tenido que consultar después por varios siglos todos los que quieren saber que ordenaron o qué prohibieron los Pontífices y Concilios de la antigüedad.
El Pontífice lo nombró obispo, pero poco después el santo obtuvo que el Papa le aceptara la renuncia. Los religiosos de su Comunidad lo eligieron Superior General, pero a los dos años renunció. Se consideraba apto para predicar y escribir, pero no para mandar.
Los últimos 33 años de su vida los dedicó a convertir cristianos pecadores y a obtener que muchos musulmanes se pasaran al cristianismo. En una carta a su superior en 1256 le informa que ya ha logrado que 10,000 mahometanos se vuelvan cristianos.
Este santo murió cuando estaba por cumplir los 100 años, en 1275. Dos reyes asistieron a su entierro y en su sepulcro se obraron maravillosos milagros.

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