Franca Visalta tenía apenas siete años cuando entró a educarse en el
convento benedictino de San Sirio de Piacenza. A los 14 años hizo su
profesión religiosa, y pese a su juventud, aventajaba a las otras
religiosas en obediencia, devoción y olvido de sí misma. A la muerte de
la abadesa, fue elegida para sucederla, pero la férrea disciplina
impuesta por ella, produjo su inmediata sustitución en el cargo. Durante
años, la santa tuvo que afrontar calumnias, falsos testimonios y graves
pruebas interiores. Su único consuelo, era una joven llamada Carencia
–que luego de ingresar al noviciado- convenció a sus padres de construir
una nueva casa de la orden de Montelana.
La santa fue nombrada abadesa de la nueva fundación, lugar donde reinaba la austeridad y la pobreza de la regla cisterciense. Pero la abadesa no estaba todavía satisfecha, por lo que pasaba noches enteras en la capilla entregada a la oración. Al ver que se debilitada en forma alarmante la salud de la abadesa, las religiosas ordenaron al sacristán que guardase la llave de la capilla; pero ello no bastó para impedir que la fervorosa superiora continuase con sus vigilias. Finalmente, la santa falleció en 1218.
La santa fue nombrada abadesa de la nueva fundación, lugar donde reinaba la austeridad y la pobreza de la regla cisterciense. Pero la abadesa no estaba todavía satisfecha, por lo que pasaba noches enteras en la capilla entregada a la oración. Al ver que se debilitada en forma alarmante la salud de la abadesa, las religiosas ordenaron al sacristán que guardase la llave de la capilla; pero ello no bastó para impedir que la fervorosa superiora continuase con sus vigilias. Finalmente, la santa falleció en 1218.
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