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Queridos hermanos y amigos
Buenos días.
Buenos días.
Doy gracias a la Divina Providencia por haber
guiado mis pasos hasta aquí, a la ciudad de San Sebastián de Río de Janeiro.
Agradezco de corazón a Mons. Orani y también a ustedes la cálida acogida, con
la que manifiestan su afecto al Sucesor de Pedro. Me gustaría que mi paso por
esta ciudad de Río renovase en todos el amor a Cristo y a la Iglesia, la
alegría de estar unidos a Él y de pertenecer a la Iglesia, y el compromiso de
vivir y dar testimonio de la fe.
Una bellísima expresión popular de la fe es la
oración del Angelus [en Brasil, la Hora de María]. Es una oración
sencilla que se reza en tres momentos señalados de la jornada, que marcan el
ritmo de nuestras actividades cotidianas: por la mañana, a mediodía y al
atardecer. Pero es una oración importante; invito a todos a recitarla con el
Avemaría. Nos recuerda un acontecimiento luminoso que ha transformado la
historia: la Encarnación, el Hijo de Dios se ha hecho hombre en Jesús de
Nazaret.
Hoy la Iglesia celebra a los padres de la Virgen
María, los abuelos de Jesús: los santos Joaquín y Ana. En su casa vino al mundo
María, trayendo consigo el extraordinario misterio de la Inmaculada Concepción;
en su casa creció acompañada por su amor y su fe; en su casa aprendió a
escuchar al Señor y a seguir su voluntad. Los santos Joaquín y Ana forman parte
de esa larga cadena que ha transmitido la fe y el amor de Dios, en el calor de
la familia, hasta María que acogió en su seno al Hijo de Dios y lo dio al
mundo, nos los ha dado a nosotros. ¡Qué precioso es el valor de la familia,
como lugar privilegiado para transmitir la fe! Refiriéndome al ambiente
familiar quisiera subrayar una cosa: hoy, en esta fiesta de los santos Joaquín
y Ana, se celebra, tanto en Brasil como en otros países, la fiesta de los
abuelos. Qué importantes son en la vida de la familia para comunicar ese
patrimonio de humanidad y de fe que es esencial para toda sociedad. Y qué
importante es el encuentro y el diálogo intergeneracional, sobre todo dentro de
la familia. El Documento conclusivo de Aparecida nos lo recuerda: “Niños y
ancianos construyen el futuro de los pueblos. Los niños porque llevarán
adelante la historia, los ancianos porque transmiten la experiencia y la
sabiduría de su vida” (n. 447). Esta relación, este diálogo entre las
generaciones, es un tesoro que tenemos que preservar y alimentar. En estas
Jornadas de la Juventud, los jóvenes quieren saludar a los abuelos. Los saludan
con todo cariño. Los abuelos. Saludemos a los abuelos. Ellos, los
jóvenes, saludan a sus abuelos con mucho afecto y les agradecen el testimonio
de sabiduría que nos ofrecen continuamente.
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