Le trajeron entonces a unos
niños para que les impusiera las manos y orara sobre ellos. Los discípulos los
reprendieron, pero Jesús les dijo: «Dejen
a los niños, y no les impidan que vengan a mí, porque el Reino de los Cielos
pertenece a los que son como ellos». Y después de haberles
impuesto las manos, se fue de allí. (Mateo 19, 13-15)
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