Te presentamos Señor, nuestras manos
y nuestras gargantas, las herramientas que
tenemos para responder a la vocación que nos diste
Queremos consagrarlas y ponerlas
al servicio de quienes nos confiaste
Acepta, Señor, nuestras gargantas
y convierte nuestras palabras en eco de las tuyas:
que edifiquen sin destruir,
que corrijan sin lastimar,
que enseñen sin someter,
que sepan consolar, pedir perdón y perdonar.
Miranos con bondad, Señor
acepta y bendice nuestras manos y nuestras
gargantas para que sean las herramientas
con las que construimos tu Reino entre los hombres.
Amén.
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