Beato Francisco Gárate
10 de Setiembre
Francisco Gárate |
El Beatro Francisco Gárate nació en Azpeitia, Guipuzcoa, el 1857. Se
sintió muy pronto inclinado a la vida religiosa, concretamente en la
Companía de Jesus. Hizo el Noviciado en Poyanne, y los votos religiosos
en 1876.
Solo tuvo dos destinos en su vida religiosa. Once años en La
Guardia, como enfermero y sacristán, desde 1877 a 1888, y 41 años y
medio en Deusto, como portero y sacristán. Así fue de sencilla su vida.
"El santo portero de Deusto", como se le llamó, hizo de la portería su
gloria y su corona. Allí dió gloria a Dios. Allí sirvió a sus hermanos.
Solo hizo tres salidas en esos 41 años: Tres días en Loyola en 1921
para celebrar las fiestas centenarias de la Herida de su ilustre paisano
San Igancio en Pamplona. Un día en Orduña en 1927 para asistir a las
bodas de oro de su hermano Ignacio. Y un día en la enfermería en 1929.
Menos de un día: a las pocas horas iba a encontrarse con el portero del
cielo.
El Decreto de virtudes heroicas le llama "el Santo de la vida
ordinaria". Cifró la santidad en cumplir a la perfeccion su obligación.
Por ello veneramos en el H. Gárate al santo de la vida profesional. Es
un profesional santo. Un santo profesional. Hizo lo ordinario
extraordinariamente bien. No tuvo heroicidades específicas, ni actos
heroicos deslumbrantes. Esto recuerda lo que en El Divino Impaciente, de
Pemán, aconseja Ignacio a Javier: "No hay virtud mas eminente que el
hacer sencillamente lo que tenemos que hacer".
La mejor escuela para el H. Gárate fueron los Ejercicios de San
Ignacio. Estar siempre dispuesto "para venir en perfección en cualquier
estado o vida que Dios Nuestro Señor nos diere a elegir... Piense cada
uno que tanto aprovechará en todas cosas espirituales, cuanto saliere de
su propio amor, querer y interés".
El H. Garate fue pura entrega a todos, en todo, dia y noche, sin
preferencias, como no fueran los pobres. Nunca tuvo tiempo para él, ni
"puentes" ni vacaciones. No distinguía entre actividades naturales y
sobrenaturales. En todo adoraba a Dios, en todo servía a los hermanos.
"Voy, Señor", decía, cuando querían algo de él. "EL Hermano Finuras", le
decían los alumnos.
El Hermano iba sonriente y ágil por el inmenso edificio de la
Universidad, como endiosado. Veía a Dios en todo, en todos. Sonreía,
suave y afable con todos, cuidaba de todo, porque amar es servir:
servicialidad inagotable, envuelta en afabilidad, dia y noche, a todas
horas.
El Santo de la vida ordinaria, sí. Pero, de ordinario, nada. Todo
era un acto de amor extraordinario, una respuesta generosa dándose con
todo amor, una oblación total de su querer y libertad a su Divina
Majestad, una entrega sin límites, sin reservas, sin horarios, a todos
sus hermanos.
El H. Garate fué un un contemplativo en la acción. Un profesional
contemplativo. Una tarea que se resuelve en amor y servicio, sin llevar
la cuenta, por amor. El se sentía don de Dios y quiso hacer de su vida
un don.
Y asi 41 años y pico. Le costó dejar su templo, su cuartucho de la
portería. El 8 de setiembre de 1929 por la tarde lo trasladaron a la
enfermería. Solo 13 horas. Al amanecer del 9 volaba a los brazos del
Padre, de los que nunca se había separado. El suave aroma de sus
virtudes aún perfuma el campus de la Universidad. "La gran lección del
H. Garate, recordaba el P. Arrupe, es la mejor leccion impartida en
Deusto".
El 16 de octubre de 1985 era solemmente beatificado el humilde portero de Deusto por el Papa Juan Pablo II.
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