Los Santos Ángeles de
la Guarda
Angel de la guarda, dulce compañía, no me desampares ni de noche ni de día,
no me dejes solo que me perdería
hasta que me pongas en brazos de Jesús, José y María.
no me dejes solo que me perdería
hasta que me pongas en brazos de Jesús, José y María.
En
la S. Biblia la palabra Ángel significa "Mensajero". Un
espíritu purísimo que está cerca de Dios para adorarlo, y cumplir sus
órdenes y llevar sus mensajes a los seres humanos.
Ya en el siglo II el gran sabio Orígenes decía:
"Los cristianos creemos que a cada uno nos designa Dios un ángel
para que nos guíe y proteja".
Y se basa esta creencia en la frase del Salmo 90:
"A sus ángeles ha dado órdenes Dios, para que te guarden en tus
caminos". Y en aquella otra frase tan famosa de Jesús:
"Cuidad de no escandalizar a ninguno de estos pequeñuelos, porque
sus ángeles están siempre contemplando el rostro de mi Padre
Celestial". Y Judit en la Biblia al ser recibida como libertadora
de Betulia exclamaba: "El ángel del Señor me acompañó en el
viaje de ida, en mi estadía allá , y en el viaje de venida".
En el Nuevo Testamento es tan viva la creencia de
que cada uno tiene un ángel custodio, que cuando San Pedro al ser
sacado de la cárcel llega a llamar a la puerta de la casa donde están
reunidos los discípulos de Jesús, ellos creen al principio, que no es
Pedro en persona y exclaman: "Será su ángel" (Hechos 12,
15).
Ya en el año 800 se celebraba en Inglaterra una
fiesta a los Ángeles de la Guarda y desde el año 1111 existe una
oración muy famosa al Ángel de la Guarda. Dice así: "Ángel del
Señor, que por orden de su piadosa providencia eres mi guardián,
custodiame en este día (o en esta noche) ilumina mi entendimiento,
dirige mis afectos, gobierna mis sentimientos, para que jamás ofenda a
Dios Señor. Amen.
En el año 1608 el Sumo Pontífice extendió a
toda la Iglesia universal la fiesta de los Ángeles Custodios y la
colocó el día 2 de octubre.
Consejos de un santo: San Bernardo en el año 1010
hizo un sermón muy célebre acerca del Ángel de la Guarda, comentando
estas tres frases: Respetemos su presencia (portándonos como es
debido). Agradezcámosle sus favores (que son muchos más de los que nos
podemos imaginar). Y confiemos en su ayuda (que es muy poderosa porque
es superior en poder a los demonios que nos atacan y a nuestras pasiones
que nos traicionan).
San Juan Bosco narra que el día de la fiesta del
Ángel de la Guarda, un dos de octubre, recomendó a sus muchachos que
en los momentos de peligro invocaran a su Ángel Custodio y que en esa
semana dos jóvenes obreros estaban en un andamio altísimo alcanzando
materiales y de pronto se partió la tabla y se vinieron abajo. Uno de
ellos recordó el consejo oído y exclamó: "Ángel de mi
guarda!". Cayeron sin sentido. Fueron a recoger al uno y lo
encontraron muerto, y cuando levantaron al segundo, al que había
invocado al Ángel Custodio, este recobró el sentido y subió corriendo
la escalera del andamio como si nada le hubiera pasado. Preguntado luego
exclamó: "Cuando vi que me venía abajo invoqué a mi Ángel de la
Guarda y sentí como si me pusieran por debajo una sábana y me bajaran
suavecito. Y después ya no recuerdo más". Así lo narra el santo.
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