Los Cinco Minutos de María |
Aquel grito decidida: "¡Crucificalo!", no solamente se dirigió solo contra Jesucristo, sino también contra su Madre Santísima: aquel grito resonó en el Pretorio del Gobernador romano, pero sobre todo resonó en el Corazón dolorido de la Madre del Crucificado.
Y aquel "crucificado" va repitiendose en hondas expresiones a través de los tiempos y de los espacios, y sale de la boca y de los corazones de muchos hombres.
Que el Señor no permita que también nosotros lo pronunciemos, pues también nuestro personal "crucificale" resonaría hoy en el Corazón de nuestra Madre celestial y le causaría aquella pena, que la atravesó amargamente al pie de la cruz en la cima del Calvario.
María exige que nuestra devoción a ella nos vaya santificando, evitando el pecado e imitando sus virtudes.
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