Los Cinco Minutos de María |
Nada hay tan fecundo como la virginidad de María.
Solemos presentar a la virginidad como algo estéril, como si la esterilidad fuera una característica de la virginidad. En cambio en María hallamos la fecundidad maternal en el brillo de su limpida virginidad y la brillante virginidad con la gloria de su maternidad.
Tu vida ha de estar consagrada a Dios, al amor de Dios en la plenitud de la entrega de una virginidad espiritual de Dios, todo de Dios, solo de Dios y para siempre de Dios.
Por eso tu entrega debe obligarte a gastarte por tus prójimos, desvivirte por ellos, sufrir por ellos, morir por ellos.
"María, ayúdanos a enseñar la verdad que ha anunciado tu Hijo y a extender el mandamiento del amor" (Juan Pablo II).
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