Los datos acerca de este santo los sabemos por el libro de Daniel, en la
S. Biblia. Pertenecía a una familia importante de Jerusalem. Era muy
inteligente y estudioso y de agradable presencia. Cuando el rey
Nabucodonosor invadió a Jerusalem se lo llevó prisionero a Babilonia
junto con otros jóvenes. Al darse cuenta de las cualidades de este
adolescente, Nabucodonosor lo hace instruir en todas las ciencias
políticas y sociales de su país.
Los enemigos de la religión acusaron a Daniel porque tres veces cada día se arrodillaba en la azotea de su casa a adorar y rezar a Dios. En castigo fue echado al foso donde había leones sin comer. Pero Dios hizo el milagro de que los leones no lo atacaran, y esto hizo que el rey creyera en el verdadero Dios. El joven se abstenía de tomar bebidas alcohólicas y de consumir alimentos prohibidos por la Ley de Moisés, y Dios en cambio le concedió una inmensa sabiduría, con la cual logró escalar los más altos puestos de gobierno hasta llegar a ser primer ministro bajo los gobiernos de Nabucodonosor, Baltasar, Darío y Ciro.
A su gran sabiduría, a su habilidad para gobernar y a su santidad debe él que a pesar de los cambios de gobierno lograra conservar su cargo durante el reinado de cuatro reyes. Daniel recibió de Dios la gracia de revelar sueños y visiones. Daniel fue un profeta tan estimado que pudo corregir a los mismos jefes de gobierno de su tiempo y sus correcciones fueron recibidas con buena voluntad. Ante el pueblo apareció siempre como un hombre iluminado por Dios y de una conducta ejemplar y como un creyente de una profunda piedad y devoción.
Los enemigos de la religión acusaron a Daniel porque tres veces cada día se arrodillaba en la azotea de su casa a adorar y rezar a Dios. En castigo fue echado al foso donde había leones sin comer. Pero Dios hizo el milagro de que los leones no lo atacaran, y esto hizo que el rey creyera en el verdadero Dios. El joven se abstenía de tomar bebidas alcohólicas y de consumir alimentos prohibidos por la Ley de Moisés, y Dios en cambio le concedió una inmensa sabiduría, con la cual logró escalar los más altos puestos de gobierno hasta llegar a ser primer ministro bajo los gobiernos de Nabucodonosor, Baltasar, Darío y Ciro.
A su gran sabiduría, a su habilidad para gobernar y a su santidad debe él que a pesar de los cambios de gobierno lograra conservar su cargo durante el reinado de cuatro reyes. Daniel recibió de Dios la gracia de revelar sueños y visiones. Daniel fue un profeta tan estimado que pudo corregir a los mismos jefes de gobierno de su tiempo y sus correcciones fueron recibidas con buena voluntad. Ante el pueblo apareció siempre como un hombre iluminado por Dios y de una conducta ejemplar y como un creyente de una profunda piedad y devoción.
Daniel
significa: "Dios es mi juez".
Los datos acerca de este santo los sabemos por el
libro de Daniel, en la S. Biblia.
Pertenecía a una familia importante de Jerusalem.
Era muy inteligente y estudioso y de agradable presencia. Cuando el rey
Nabucodonosor invadió a Jerusalem se lo llevó prisionero a Babilonia
junto con otros jóvenes. Al darse cuenta de las cualidades de este
adolescente, Nabucodonosor lo hace instruir en todas las ciencias
políticas y sociales de su país.
Siendo este profeta todavía muy joven, unos
jueces quisieron hacer pecar a una mujer casada y como ella no aceptó
las infames pretensiones de ellos, la calumniaron inventando que la
habían visto pecar con un joven. La gente creyó la calumnia y la
llevaban para matarla a pedradas, cuando apareció Daniel. Llamó a los
dos jueces y los interrogó uno por uno, por separado, y les preguntó:
"¿Dónde estaba Susana cuando ella cometió la falta?" Uno
respondió: "Debajo de una acacia". Y el otro dijo: "Debajo
de una encina." Entonces Daniel les dijo: "Ustedes estaban
acostumbrados a hacer pecar a mujeres sin fe y sin valor, pero ahora se
encontraron a una mujer que cree y es valiente. Su hermosura los sedujo
y creyeron poder hacer que ella ofendiera a Dios, pero no lo lograron.
Ahora tendrán el pago de su delito". Y el pueblo condenó a muerte
a estos dos impuros calumniadores y alabó a Dios por la sabiduría que
le había concedido a Daniel.
Los enemigos de la religión acusaron a Daniel
porque tres veces cada día se arrodillaba en la azotea de su casa a
adorar y rezar a Dios. En castigo fue echado al foso donde había leones
sin comer. Pero Dios hizo el milagro de que los leones no lo atacaran, y
esto hizo que el rey creyera en el verdadero Dios.
El joven se abstenía de tomar bebidas
alcohólicas y de consumir alimentos prohibidos por la Ley de Moisés, y
Dios en cambio le concedió una inmensa sabiduría, con la cual logró
escalar los más altos puestos de gobierno hasta llegar a ser primer
ministro bajo los gobiernos de Nabucodonosor, Baltasar, Darío y Ciro. A
su gran sabiduría, a su habilidad para gobernar y a su santidad debe
él que a pesar de los cambios de gobierno lograra conservar su cargo
durante el reinado de cuatro reyes.
Daniel recibió de Dios la gracia de revelar
sueños y visiones. Soñó Nabucodonosor que estaba viendo una estatua
inmensa con cabeza de oro, pecho de plata, piernas de hierro y pies de
barro y que una piedrecita se desprendía del monte e iba creciendo
hasta llegar y chocar con la estatua y volverla polvo. Y Daniel le
explicó que este sueño significaba que vendrían varios reinos en el
mundo, uno muy rico, como de oro, otro menos rico, como de plata, y un
tercero muy fuerte como de hierro y otro más débil como de barro, y
que la verdadera religión, que al principio sería muy pequeña, iría
creciendo hasta lograr dominar todos los reinos. Esto se ha cumplido con
la religión de Cristo que empezó siendo tan pequeñita y ahora está
extendida por todo el mundo y es más poderosa que cualquier reino de la
tierra.
Dios anunció que al rey Nabucodonosor por haber
cometido maldades y ser orgulloso, lo iba a volver loco. Nabucodonosor
le pidió a Daniel que le rogara a Dios que le cambiara el castigo por
alguna obra buena, y el Señor le dijo que para librarse de los castigos
tenía que dar limosnas a los pobres.
El rey Baltasar cometió el pecado de emplear los
cálices sagrados del altar de Dios para tomar licor en una fiesta, y
estando en esto apareció una mano misteriosa que escribía tres
palabras en la pared: Mene, Tequel, Uparsin. El rey se asustó mucho y
el profeta Daniel le explicó: "Mene significa pesado. Es que Dios
ha pesado sus obras y han resultado faltas de peso para recibir premios.
Tequel significa medido. Dios midió sus obras y no dan la medida para
recibir gloria. Uparsin significa dividido. Es que su reino será
dividido y pasado a otros".
Y esa misma noche llegaron los enemigos del reino
y mataron a Baltasar y dividieron su reino y lo pasaron a los persas.
Daniel fue un profeta tan estimado que pudo
corregir a los mismos jefes de gobierno de su tiempo y sus correcciones
fueron recibidas con buena voluntad. Ante el pueblo apareció siempre
como un hombre iluminado por Dios y de una conducta ejemplar y como un
creyente de una profunda piedad y devoción.
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