Llamado el "Apóstol
de Alemania" por haber evangelizado sistemáticamente las grandes regiones
centrales, por haber fundado y organizado iglesias y por haber creado una
jerarquía bajo la jurisdicción directa de la Santa Sede. Sus
dones de misionero y reformador generaron importantes frutos.
Winfrido (su nombre
de bautizo) se trasladó de muy joven a la abadía de Nursling,
en la diócesis de Winchester, donde se le nombró director de
la escuela. Ahí escribió la primera gramática latina
que se haya hecho en Inglaterra. A la edad de 30 años recibió
las órdenes sacerdotales y se dedicó al estudio de la Biblia.
En el año 718 el Papa San Gregorio II otorgó a Winfrido un mandato
directo para llevar la Palabra de Dios a los herejes en general. El Santo
partió inmediatamente con destino a Alemania, cruzó los Alpes,
atravesó Baviera y llegó al Hesse.
En poco tiempo,
pudo enviar a la Santa Sede un informe tan satisfactorio que el Papa hizo
venir al misionero con miras a confiarle el obispado. El día de San
Andrés del año 722, fue consagrado obispo regional con jurisdicción
general sobre Alemania. Bonifacio regresó a Hesse y como primera medida,
se propuso arrancar de raíz las supersticiones paganas que eran el
principal obstáculo para la evangelización. En el año
731, el Papa Gregorio III, sucesor de Gregorio II, mandó a San Bonifacio
el nombramiento de metropolitano para toda Alemania más allá
del Rhin, con autoridad para crear obispados donde lo creyera conveniente.
En su tercer viaje a Roma fue nombrado también delegado de la Sede
Apostólica. San Bonifacio y su discípulo San Sturmi fundaron
en el año de 741 la abadía de Fulda, que con el tiempo se convirtió
en el Monte Cassino de Alemania.
Años más
tarde, cuando el Santo se disponía a realizar una confirmación
en masa, en la víspera de Pentecostés, apareció una horda
de paganos hostiles que atacó al grupo brutalmente. El cuerpo del Santo
fue trasladado al monasterio de Fulda, donde aún reposa.
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