¿Qué año
nació el Redentor? (*)
No
se sabe con certeza; pues aunque todos los sabios que han estudiado este
problema cronológico están de acuerdo en admitir el error que cometió Dionisio
Exiguo al introducir en el siglo VI la era vulgar, no convienen, sin embargo,
al precisar la extensión del error, colocando el nacimiento de Jesucristo 5
años, 6 y aún 7 antes de dicha era vulgar.
La
fecha más allá de la cual no puede colocarse es ciertamente el año 750 de Roma;
pues el Evangelio afirma de manera explícita que Jesús nació durante el reinado
de Herodes el Grande (Mt. 2,1), el cual murió poco antes de la Pascua de 750, y
no de 754 como erróneamente creyó el monje Dionisio.
Ahora
bien, los sucesos narrados por el Evangelio entre el nacimiento de Jesús y la
muerte de Herodes nos obligan a colocar aquél antes del año 750. Herodes, en
efecto, estuvo ausente de Jerusalem por algún tiempo, antes de morir; pues
obligado por la enfermedad que le aquejaba se hizo llevar a los baños termales
de Kallirrhoe en busca de salud, y antes de abandonar él la Ciudad Santa
debieron llegar a ella los Magos, encontrando al Rey perfectamente sano, ya que
manifestó deseos de ir el también a Belén para rendir homenaje al nuevo rey de
los judíos.
¿Cuándo
tuvo lugar la visita de los Magos? Casi todos los exégetas modernos la colocan
después de los 40 días que debieron transcurrir entre el nacimiento del Niño y
su presentación en el Templo; y aún San Lucas da a entender que no se realizó
inmediatamente después de la Presentación, ya que, luego de habernos dicho que
la sagrada Familia cumplió con todo lo prescrito en la ley acerca de los
primogénitos, asegura que de Belén “se volvieron a Galilea, a su ciudad de
Nazareth” (Lc. 2,39).
El
nacimiento del Niño, descendiente de David, en la ciudad de David. ¿No pudo
haber movido a sus padres a establecerse en esta ciudad que era señalada por
las profecías como lugar de nacimiento del Mesías? Es muy probable que,
determinados a eso, 40 días después del nacimiento, es decir, apenas le fue
posible ponerse en camino, una vez cumplidos los requisitos legales, hayan ido
a Nazareth a despedirse de sus parientes y arreglar sus cosas, para luego
volver a Belén a establecerse en alguna casita que San José se habría
conseguido; y estando así establecidos, tuvo lugar la vista de los Magos.
Es
cierto que no podemos precisar al tiempo en que se desarrollaron estos sucesos;
pero creemos no estar muy lejos de la verdad fijándoles el espacio de uno o más
años. Herodes, ordenando la muerte de todos los niños de Belén, de dos años
para abajo, creía sin duda, por lo que le habían dicho los Magos, que Jesús
tendría ya unos dos años.
Pero
la vaguedad del texto de San Mateo aparece con mucha más precisión en el de San
Lucas, el cual hace entrar el Nacimiento de N.S. en el sincronismo histórico de
un empadronamiento decretado por Augusto y llevado a cabo en Palestina durante
el gobierno de Quirinio: “Sucedió que en aquellos días fue decretado por César
Augusto que todo el orbe se empadronase; este primer empadronamiento tuvo lugar
siendo gobernador de la Siria Quirinio” (Lc. 2,1-2).
En
estos dos datos –el empadronamiento decretado por Augusto y la presencia de
Quirinio en Siria- están hoy enteramente probados por los recientes
descubrimientos históricos y epigráficos. En la autobiografía grabada a la
entrada del templo levantado en Ancyra (= Angora) de Galacia en honor de
Augusto dícese que éste decreto por tres veces el empadronamiento del pueblo
romano en los años de 727, 746 y 767 de Roma. El del año 746 es también
recordado por el historiador Dión Casio. Decretó asimismo el censo de las provincias,
mereciendo particular atención en el Egipto, porque de él se hace mención en
algunos papiros publicados, según los cuales, cada 14 años hacíanse el
empadronamiento en este país, debiendo el padre de familia –el año que seguía a
la publicación del decreto- declarar por escrito a las autoridades el nombre,
apellido y edad suyos y los de su mujer, hijos y familiares. De los papiros
hasta hoy conocidos resultan ciertos los ciclos de los años 20-258 de Cristo;
pero no faltan razones para creer en el ciclo del año 746 de Roma, es decir, en
el año del censo de Augusto. Por otra parte, las investigaciones de Juan B. de Rossi han probado que Augusto había
hecho preparar planos y mapas topográficos de todo el imperio romano, cuyo
resultado fue el célebre Orbis pictus
terminado el año 747 de Roma: luego antes de este año habíase ya realizado un
censo que había suministrado al dicho Orbis
los datos.
Es
cierto que en las fuentes judías no se habla de empadronamientos en Palestina;
pero el juramento de fidelidad, impuesto por Herodes, no solo a su persona sino
también a la del emperador, precisamente en 746, puede movernos a creer que
haya sido una especie de empadronamiento; pues Flavio Josefo, que nos lo describe,
añade que en aquella ocasión rehusaron hacerlo 60.000 fariseos: estadística que
presume un censo.
Todas
estas razones inducen, pues, a creer que el año 746 fue decretado por Augusto
un empadronamiento general y que éste fue
el primero de una serie de censos cada 14 años.
San
Lucas añade que este primer empadronamiento se hizo en Palestina siendo Quirinio gobernador de
Siria. Consta, por dos inscripciones halladas el año 1912 en Antioquía de
Pisidia, que P. Sulpicio Quirinio estuvo
dos veces en Siria, los años 11-8 a.C. y 6 d.C. Su sucesor fue Cayo Sencio
Saturnino, al cual atribuye Tertuliano el censo realizado cuando nació
Jesucristo. Como se ve, Tertuliano depende de otras fuentes distintas de San
Lucas, al cual apoya en cuanto al censo, pero difiere de él respecto al nombre
del oficial romano. Ambas aserciones pueden justificarse admitiendo estas
hipótesis:
a)
como el empadronamiento duraba un año entero, Quirinio pudo gobernar la Siria
la primera parte del año y Saturnino la segunda.
b)
Quirinio y Saturnino pudieron ser, al mismo tiempo, gobernadores imperiales en
la misma provincia, pero con residencias y cargos distintos: Quirinio al
cuidado de las legiones y asuntos militares; Saturnino al de la parte política
y de las relaciones entre Siria y Palestina.
La
primera solución es más probable, y por tanto el año 746 de Roma (8 antes de la
era vulgar) puede considerarse el verdadero año del nacimiento del Redentos.
(*) Publicado en la “Revista Tierra Santa” de
la Custodia franciscana, Año IX Nº 97 páginas 6 a 8 del 13 de enero de 1929
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