"Nosotros no poseemos la verdad, es la Verdad quien nos posee a nosotros. Cristo, que es la Verdad, nos toma de la mano". Benedicto XVI
"Dejá que Jesús escriba tu historia. Dejate sorprender por Jesús." Francisco

"¡No tengan miedo!" Juan Pablo II
Ven Espiritu Santo, llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu amor. Envía, Señor, tu Espíritu para darnos nueva vida. Y renovarás el Universo. Dios, que iluminaste los corazones de tus fieles con las luces del Espíritu Santo, danos el valor de confesarte ante el mundo para que se cumpla tu plan divino. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.

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sábado, 4 de junio de 2011

Homilia en Misa de la Renovación Carismática Argentina - 4 de junio de 2011 - Cardenal Jorge Mario Bergoglio


homilía del Cardenal Jorge Bergoglio, arzobispo de Buenos Aires, en la misa de la Renovación Carismática Católica (Catedral de Buenos Aires, 4 de junio de 2011)

Heb 1:1-11 / Sal 47: 2-3, 6-9 / Ef 1:17-23 / Mat 28: 16-20

Qué fuerte es el anuncio de hoy. El está sentado a la derecha del Padre
El estará con nosotros todos los días hasta el fin de los tiempos.
El tiene poder en el Cielo y en la Tierra Vayan y anuncien.
Todo eso se los volcó encima de los discípulos en este día de la despedida.
En este día en que el Señor resucitado sube al cielo para mandarnos desde allá al Espíritu Santo, junto con el Padre.
Y los discípulos escuchan eso…
Dice el evangelio de Lucas, que venían llenos de alegría.
La versión que leímos hoy de Mateo dice que estaban “estupefactos” viendo todo eso, esa grandeza del Señor, todo eso que se vuelca.
El día que se manifiesta la gloria de Dios.
Dice el salmo: “nos lleva cautivos” ¿a quién es? A quienes nos cautivó con el amor.
No por las cadenas. A quienes nos libró de las cadenas y nos cautiva por el amor.
Somos prisioneros del amor, porque cuando uno ama es prisionero de ese amor que tiene. Porque cuando uno se deja amar es prisionero de ese amor.
Ese amor que viene de arriba, gratuito, regalado, sin ningún mérito de nuestra parte.
¡A ver: levante la mano quien mereció el amor de Dios! ¡Vamos, arriba!
¿Ah que lindo eh? ¡No, no, no! ¡Ustedes no son cristianos! (La mayoría levantó las manos, risas).
Nosotros no merecemos nada. Es todo regalo, todo gracia.
Ahora que se los expliqué de nuevo: levante la mano quien cree que mereció algo (nadie levanta las manos).
Ahora una pregunta capciosa: levante la mano el que cree que “en Jesús” mereció todo el amor de Dios.
¡Más manos arriba! ¡Más manos arriba todavía!
¡Porque en Él merecimos el amor de Dios: Él nos dio todo, Él nos dio todo, Él nos dio todo! (Aplausos).
Sin embargo siempre hay cristianos que se guardan algo por la dudas.
Una vez le pregunté a un santo sacerdote –hombre de Dios realmente–
Era especialista en religiones orientales, porque daba clases de eso.
-¿Vos a quién le rezás? ¿a Cristo o a Buda?
El con mucha sorna y humor me respondió:
-3/4 del tiempo a Cristo y 1/4 a Buda, por si acaso. (risas)
Y se rió. Evidentemente era un hombre unido a Cristo y por eso se permitió el chiste y se dio cuenta del humor.
Pero hay algunos que se guardan el cuarto por las dudas, por si acaso.
Y acá está en la Palabra: Decime Señor ¿ahora vas a hacer el reino? ¿Ahora vamos a dársela a los Romanos? ¿Ahora vas a instaurar el reino de Israel?
No habían entendido nada.
Como Él mismo les dice, a los peregrinos de Emaús
Eran duros de entendimiento.
Después están estos otros que se quedaron mirando… mirando… mirando allá… melancólicamente, la nube los tapó y seguían mirando…
Tuvieron que venir dos ángeles a decirles ¡Basta, ya se fue! ¡Volverá!
Ahora vayan y hagan los que les mandó hacer.
Aquellos que viven estaban ahí.
El evangelio de Mateo es más claro todavía. Sin embargo algunos todavía dudaron, habían estado 40 días con El, lo habían escuchado, habían metido los dedos en las llagas…sin embargo algunos dudaron.
Es decir entre nosotros… ¿puedo hablar claro?
Entre nosotros…el peligro es que seamos medio salames (risas).
En serio, a veces tenemos ese cuarto que es medio salame, medio tonto.
Vemos la revelación del Señor, vemos lo que hecho, vemos su triunfo
y sin embargo, dudamos…pero ya desde el primer día estaban éstos, están estos que dudaron.
Y este espíritu de tontería lo heredamos nosotros.
Cristianos tontos, cristianos melancólicos que lo miran diciendo:
¡Ay se fue, que lástima!
Cristianos llenos de tristeza
Cristiano que duda
Cristianos que preguntan lo que no tienen que preguntar
¿Vas a instaurar ahora tu reino de Israel?
El cristiano que se queda mirando es el que se queda papando moscas en vez de salir afuera a hacer lo que el Señor le mandó.
Vayan adoctrinen, bauticen, enseñen, extiendan el amor.
Son cristianos tristes
¡Hoy en la misa pedimos la gracia de la desbordante alegría!
La desbordante alegría que nos da la esperanza.
Esperanza que está anclada allá arriba.
Los primeros cristianos dibujaban la esperanza en forma de ancla.
Con una soga la tiran a la otra orilla y uno se agarra para ir llegando
Jesús es nuestra ancla, es nuestra esperanza y esto nos da alegría
¡Hoy es el día de la alegría y de la esperanza y yo quiero que todos nosotros nos gocemos de esa alegría y de esa esperanza! (Aplausos)
Los cristianos tristes, son cristianos enfermos
Son cristianos con sarampión, que siempre están ahí con una enfermedad de chicos, que nunca crecen
Que no dan el salto. Salto que lo da el que se siente amado, que se siente ¡ganador!
Cristianos que siempre juegan a “placé” nunca a “ganador”, por si acaso.
Cristianos que se quedan mirando, papando moscas, ¡Salames!
Hoy en éste día tan lindo, de la esperanza, de la alegría.
Pidámosle a Jesús que nos dé esa gracia de salir de aquí desbordando alegría.
En nuestra ciudad hay gente que paga –y paga mucho– para divertirse un rato. Algunas son unas sanas diversiones, otras lamentablemente no.
El cristiano tiene quien pagó, pero no para divertirse. ¡Jesús pagó por la alegría profunda! ¡Jesús pagó por nuestra alegría!.
¡Ese gozo esa esperanza se nos viene hoy encima!
¡Él es nuestra paz, El es nuestra alegría! ¡Él es nuestra esperanza! (aplausos- aclamación)
Cristianos de Alegría.
Por eso hoy, le pedimos a Dios que nos deje el corazón desbordante de alegría. Esa alegría que es paz, que es mansedumbre, que es comprensión, que es tratar bien a los demás, que es oración, que es silencio, que es lectura pausada de la Escritura.
Que es vivir anunciando que él está vivo, ¡El está vivo!
Así vamos a continuar hoy nuestra alabanza a Dios, con el Señor que viene sobre el altar.
Con el Señor que hoy viene a revivir su despedida.
Una despedida que no nos tiene que dejar tristes, sino que nos tiene que fomentar hacia esa alegría.
Como siempre me piden… los deberes para este año. ¿Qué tenemos que hacer este año?
¡Vayan a sembrar alegría!
La alegría que tiene aquel que ya ganó.
La alegría que es como el viento que lleva la barca adelante
Porque estamos seguros de nuestro triunfo,
Nuestra cabeza –somos un cuerpo– nuestra cabeza que está instalada a la derecha del Padre.
¡Quiero cristianos alegres!
¡Y por favor échenle flit a los cristianos tristes!
Que así sea. (sostenidos aplausos)

Card. Jorge Mario Bergoglio, arzobispo de Buenos Aires

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