"Nosotros no poseemos la verdad, es la Verdad quien nos posee a nosotros. Cristo, que es la Verdad, nos toma de la mano". Benedicto XVI
"Dejá que Jesús escriba tu historia. Dejate sorprender por Jesús." Francisco

"¡No tengan miedo!" Juan Pablo II
Ven Espiritu Santo, llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu amor. Envía, Señor, tu Espíritu para darnos nueva vida. Y renovarás el Universo. Dios, que iluminaste los corazones de tus fieles con las luces del Espíritu Santo, danos el valor de confesarte ante el mundo para que se cumpla tu plan divino. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.

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viernes, 23 de marzo de 2012

Homilía en la misa celebrada a un mes de la tragedia ferroviaria de Once - Catedral metropolitana, 23 de marzo de 2012 - Cardenal Jorge Mario Bergoglio

Homilía del cardenal Jorge Mario Bergoglio SJ, arzobispo de Buenos Aires en la misa celebrada a un mes de la tragedia ferroviaria de Once (Catedral metropolitana, 23 de marzo de 2012)

En la primera lectura se habla de los pensamientos de los impíos, de los necios, de esos que tienen explicación para todo y que saben manejar la vida de tal manera que ensamble bien. Empezaba así el pasaje del Libro de la Sabiduría que leímos: “Los impíos dicen entre sí razonando equivocadamente...” Todo aquel que quiera explicar esto que pasa ahora, el misterio del dolor, el misterio del sufrimiento y de la muerte, razona equivocadamente. El pasaje terminaba con esta frase:“No conocen los secretos de Dios.” Y tengo ganas de decirle a nuestro Padre del cielo, hoy que estamos reunidos a los treinta días de esta tragedia: Cuáles son tus secretos, Padre? Por qué tantas vidas segadas?… cincuenta y dos vidas, una de las cuales todavía no había nacido… explicanos Padre como se entiende… por qué Padre…? Por qué?

Me viene una imagen por la que todos pasamos cuando éramos chicos y después con los chicos que conocimos: la edad de los “por qué”. Si observamos bien, el chico empieza a preguntar a su papá o a su mamá el “porqué” de las cosas que no entiende y algunas de las cuales lo amenazan. Y hoy de alguna manera somos como esos chicos delante del padre… pero si observamos bien vemos que esos chicos no escuchan la respuesta del padre sino que cuando el papá esta hablando vuelven a preguntar el “porqué” de otra cosa… simplemente quieren atraer la mirada del padre. Y hoy al preguntar “por qué”, todos sabemos que no vamos a tener una explicación completa… Quizá vamos a tener explicaciones de las mediaciones humanas que han fallado, de las irresponsabilidades, de los errores, pero del misterio por qué una vida es segada no tenemos explicaciones, solamente nos queda que con nuestro “por qué” de hoy, aquí dolientes, fraternal y unidos, atraigamos la mirada del Padre para que entre en nuestro corazón y nos consuele.

Rezábamos en el Salmo: El Señor está cerca del que sufre. Señor, si vos estás cerca de nosotros hacelo sentir! Señor, queremos que se haga justicia! Sabemos que detrás de esto hay responsables irresponsables, gente que no ha cumplido con su deber, no queremos pegarle por pegarle pero sí corregir su corazón porque su irresponsabilidad cuesta tan caro, no hay precio que pague una vida. Sabemos que en medio de todo esto hay angustia y búsqueda, sabemos que en medio del dolor hay recuerdos de momentos vividos con los que se fueron, y pedimos la gracia de llorar en esta Ciudad, que como dije en otra ocasión, todavía no aprendió a llorar. No sabe llorar. Todo lo arregla con anestesia, todo lo arregla buscando como componer situaciones que no se arreglan sino sacando todo a la luz. Pedimos la gracia Padre, vos que estás cerca del que sufre, la gracia de llorar. Pedimos la gracia de llorar. Esas lágrimas que limpiarán nuestros ojos y que nos harán ver “mas allá del dolor” como dijo uno de ustedes, nos harán ver y celebrar la vida feliz de un hijo que se nos fue. Pero para eso hay que llorar mucho.

Miranos Padre. Aquí no hay ningún gurú que nos pueda explicar el misterio humano: nadie nos puede decir que esto será así o así y estaremos bien…Tenemos que optar: el dolor o la anestesia, o el llanto o la hipocresía, el reclamo sereno de justicia o tapar las cosas. Y con este deseo de reclamar serenamente la justicia, también miramos al cielo, a este Padre que consuela, y le pedimos consuelo para tantas familias; consuelo para tantos corazones; consuelo para la sociedad que se hace cargo de esto y sufre por tantas vidas sesgadas…

Casi la totalidad de ellos venían a ganarse el pan! Dignamente! Que no nos acostumbremos Padre a que para ganarse el pan hay que viajar como ganado. Que no nos acostumbremos Padre a que en esta Ciudad no se llora nada, todo se arregla y todo se acomoda. Que no nos acostumbremos Padre a la mano fácil que se sacude y dice “Gracias a Dios a mi no me tocó”, y se aliena en otra cosa. Hoy la solidaridad es más, somos hermanos en el dolor y como hermanos miremos al cielo… Padre, por qué? Y cada uno de nosotros abra su corazón. Y siga preguntado por qué. Yo no puedo darles una respuesta, ni ningún obispo, ni el Papa pero El los va a consolar. El es capaz de venir y en la armonía de su presencia paternal hacernos sentir que el misterio de la vida y de la muerte tienen un sentido aún cuando venga de manos irresponsables.

Esta es la oración de hoy: “Padre, vos estás cerca del que sufre. Padre, no queremos ser de los que no conocen tus secretos. Padre, entrá en nuestro corazón y manifestanos la ternura de tu paternidad.”


Card. Jorge Mario Bergoglio, arzobispo de Buenos Aires
Buenos Aires, viernes 23 de marzo de 2012.

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