La técnica de selección de
personal parece que sea una cuestión propia de nuestros días pero no es esta la
realidad, fue ya empleada hace muchos siglos por el juez Gedeón y lo hizo
inspirado por el mismo Dios.
Cuando se pretende organizar
una gran empresa se presentan muchos aspirantes. Una primera selección se hace
espontáneamente cuando los candidatos conocen los riesgos y peligros que
comporta el oficio. Viene después la tan temida prueba psicotécnica, temida por
lo desconcertante que resulta incluso para los más aviesos.
En el pasaje que hoy
comentamos, del libro de los Jueces capítulo 7, Gedeón emplea estas técnicas de
selección de personal al reclutar un ejército que ha de luchar contra los madianitas, semitas
éstos que corren por los llanos apropiándose de los sembrados que estén a punto
de segar. La iniciativa de Gedeón, atractiva en sí, comporta muchas
dificultades y peligros, de aquí que él mismo les meta miedo y 22.000
israelitas se retiran a sus pagos.
Quedan solo 10.000, pero aún
así le parecen demasiados a Dios y aquí llega la última selección. Después de
someter al ejército a un duro ejercicio deberá atravesar un riachuelo, aquellos
que mojen fugazmente sus labios sin apenas agacharse serán elegidos, los que
hinquen sus rodillas en el suelo y beban ávidamente se les deberá despedir.
Quedan después de la prueba trescientos. Son suficientes.
Con gente audaz y la ayuda
de Dios se pueden hacer maravillas. El espionaje alerta de que el miedo invade al enemigo y Gedeón decide no
retrasar el ataque. Aquella misma noche, armados únicamente de cuernos que
sonarán como aullidos en la obscuridad, de antorchas que desconcentrarán y lo
incendiarán todo, y cántaros que al romperlos violentamente llenarán de ruido
ensordecedor el campamento, efectúan el ataque por sorpresa.
Lo de ataque es un decir,
pues los enemigos no presentan batalla, huyen despavoridos y, enloquecidos, se
matan unos a otros. La victoria pues, ha llegado sola.
La victoria pues, hay que
atribuirla a Dios que ha tenido la iniciativa y ha metido el miedo dentro de
los enemigos. Gedeón sabe reconocerlo y, a pesar de que pretenden elegirlo rey,
humildemente declina la invitación, sólo Dios es rey de su pueblo. Relata
entonces la más antigua parábola que nos ofrece la Biblia, una parábola llene
de ironía chusca, que es una maravilla.
No dejéis de leerla en el
texto sagrado y aprended de Gedeón a dar a Dios lo que es de Dios y a nunca
atribuirse como propios los méritos que solo son de Él.
P.-J. Ynaraja,
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