"Nosotros no poseemos la verdad, es la Verdad quien nos posee a nosotros. Cristo, que es la Verdad, nos toma de la mano". Benedicto XVI
"Dejá que Jesús escriba tu historia. Dejate sorprender por Jesús." Francisco

"¡No tengan miedo!" Juan Pablo II
Ven Espiritu Santo, llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu amor. Envía, Señor, tu Espíritu para darnos nueva vida. Y renovarás el Universo. Dios, que iluminaste los corazones de tus fieles con las luces del Espíritu Santo, danos el valor de confesarte ante el mundo para que se cumpla tu plan divino. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.

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sábado, 24 de septiembre de 2011

Homilia 43º Aniversario de la Comunidad de Sant’Egidio - 24 de septiembre de 2011 - Cardenal Jorge Mario Bergoglio


Homilía del cardenal Jorge M. Bergoglio SJ, arzobispo de Buenos Aires, en la misa por el 43º Aniversario de la Comunidad de Sant’Egidio (Catedral metropolitana, 24 de septiembre de 2011)



En esta parábola, Jesús habla a los doctores de la ley, a los fariseos, que eran personas que, para decirlo en porteño “que se la habían creído”, se creían que eran buenos, que eran los perfectos y juzgaban a los demás. Está hablando a ese tipo de personas que fuera de ellos los demás son imperfectos, los demás son pecadores, todo eso.

Recuerdo la otra parábola, el otro cuento de Jesús, cuando cuenta que en la iglesia estaba acá adelante estaba uno de estos adelante del altar, estaba de pie y decía “te doy gracias Señor porque no soy como los demás hombres, cumplo con todo, soy perfecto” y dice Jesús que allá en el fondo, tirado en el suelo había un pecador, un publicano. Los publicanos se las traían, porque eran traidores a su pueblo, hacían el juego de cobrar impuestos y pagárselo al imperio Romano, y lo único que decía era: “Señor tené piedad de mí que soy un pecador”. Jesús dice “este que estaba acá no salió justificado, no salió perdonado, aquel sí”.

Acá pasa lo mismo, este padre que es la figura de Dios, tiene dos hijos y uno muy modosito, muy bueno, siempre dice a todo que sí y después hace lo que quiere. Y el otro más temperamental que expresa cuando está enojado lo que siente, pero tiene el corazón lo suficientemente abierto como para que la misericordia de Dios entre y se arrepienta. Y éste, le dijo “no voy nada” estaba enojado ese día, tenía bronca, pero después pensó que debía obediencia a su padre, pensó en su deber y cumplió la voluntad del padre. El otro le dijo “sí papá, voy” y no fue nada. No cumplió la voluntad del padre pero mantuvo las apariencias. Son esos cristianos ‘almidonados’, esos cristianos de buenos modales pero de malas costumbres:

- Yo soy muy católico, padre, soy de tal asociación, de tal otra.

- decime ¿tenés servicio doméstico en tu casa?

-si padre

-y ¿le pagas en blanco o en negro?

-bueno padre, si uno se pone a hacer esas preguntas, claro…

Por hacer una pregunta. Y si sigue preguntando se da cuenta que llevan una doble vida de terror. Los cristianos como este hijo, los cristianos fariseos, son los que le hacen más daño al pueblo de Dios. Por eso Jesús le va a decir al pueblo “hagan lo que ellos dicen porque les enseñan cosas buenas, pero no los imiten, no hagan lo que ellos hacen” porque llevan doble vida. Y Jesús le pone dos adjetivos que le caben justo. El primero que se lo repite varias veces: Hipócritas. “Padre, pero yo soy de comunión diaria, hago muchas cosas” y Jesús le dice: “hipócrita” porque aparentas una cosa y vivís otra. Y el segundo adjetivo: “sepulcro blanqueado”, como esas tumbas lindas, todas lindas y adentro sabemos lo que hay: podredumbre. Cristianos de apariencia.

Y acá lo que Jesús quiere es que no sigamos el camino de la suficiencia. Sepamos que para ser un buen cristiano es fundamental reconocerse pecador. Si alguno de nosotros no se reconoce pecador no es un buen cristiano.

Es la primera condición. Pero pecador en concreto: “soy pecador por esto, por esto, por esto….” Es la primera condición para seguir a Jesús. Por eso dice esta frase tan fuerte al final: “les aseguro que los publicanos (los traidores a la patria) y las prostitutas van a entrar al cielo antes que ustedes”. O sea, Jesús pone las cosas en su sitio. Y él dice: El Padre del cielo no es un padre que pacta con los legalistas. Es un Padre de misericordia.

Y en la oración de la misa hoy dijimos una cosa que se nos puede pasar desapercibida, le decíamos a Dios: “Dios cuyo poder se muestra más en la misericordia y el perdón”. Es tan grande el poder de Dios que es más grande del poder que tuvo para crear el mundo, y es el poder que él tiene para perdonar, pero para eso necesita que le hagamos espacio, que le abramos el corazón, para que pueda entrar con su misericordia y nos perdone.

Por eso pidámosle hoy, que estamos celebrando un aniversario más de la Comunidad de San Egidio, que se preocupa continuamente por abrir caminos a aquellos que se sienten indignos, porque les parece que no hay lugar para ellos y son los preferidos, pidámosle al Señor la gracia de abrir el corazón.

-“Padre: ¿Cómo sé yo si soy un cristiano almidonado o si soy un hijo que quiere seguir a Jesús?” Mira, una de las características, una nomás, de los cristianos almidonados, de los hipócritas, de los sepulcros blanqueados es que siempre están criticando al prójimo, siempre están hablando mal de otros, o de alguien de la familia, o de un vecino o de un compañero de trabajo. En el fondo están repitiendo lo de ese fariseo que estaba parado acá adelante: “te doy gracias Señor porque no soy como ese ni como aquella ni como aquella”. Un poco aquello del tango: “Que vergüenza vecina vestirse de blanco después que pecó”, bien que le estaba sacando el cuero al otro. Esa es la primera característica de un cristiano almidonado, de un hipócrita, de un fariseo: siempre tiene que estar hablando mal de los demás.

Pidámosle hoy a Jesús la gracia de abrir nuestro corazón para que entre su misericordia, digámosle al Señor: si, Señor soy pecador, soy pecadora por esto, por esto y por esto. Vení, vení y justifícame ante el Padre.

Que así sea.



Card. Jorge Mario Bergoglio SJ, arzobispo de Buenos Aires

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