"Nosotros no poseemos la verdad, es la Verdad quien nos posee a nosotros. Cristo, que es la Verdad, nos toma de la mano". Benedicto XVI
"Dejá que Jesús escriba tu historia. Dejate sorprender por Jesús." Francisco

"¡No tengan miedo!" Juan Pablo II
Ven Espiritu Santo, llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu amor. Envía, Señor, tu Espíritu para darnos nueva vida. Y renovarás el Universo. Dios, que iluminaste los corazones de tus fieles con las luces del Espíritu Santo, danos el valor de confesarte ante el mundo para que se cumpla tu plan divino. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.
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sábado, 6 de octubre de 2012

El Mar Muerto: Un lago tan salado que en él no existe vida




A unos ochenta kilómetros al este del Mediterráneo se encuentra una masa de agua relativamente pequeña, que los antiguos hebreos llamaron Mar de la Muerte. Este nombre expresaba con singular exactitud el carácter de este lago. Porque ciertamente, con unas aguas tan saladas que  en ellas sólo pueden sobrevivir unos pocos tipos de microorganismos, bien se lo puede llamar Mar Muerto, que es el nombre que ha prevalecido.

El Mar Muerto presenta un conjunto de curiosas características, algunas de ellas francamente excepcionales. Por estar su cuenca situada a trescientos noventa y cinco metros bajo el nivel del mar, resulta ser la zona más hundida de la superficie de la Tierra.

Sus aguas son seis veces más saladas que las de cualquier océano, siendo además el lago salado de mayor extensión del mundo.

El Mar Muerto, situado en una profunda depresión natural, no tiene salida para las aguas que le llegan procedentes del río Jordán.

No obstante, el nivel del lago pertenece bastante estable gracias al alto grado de evaporación que aquí impera a consecuencia del clima cálido y seco.

Mar Muerto

Y estas aguas son intensamente saladas  porque las sales trasportadas por los ríos se quedan retenidas, y no se evaporan.

Los únicos seres vivos que moran en ese mar son microorganismos halófilos (adaptados a la sal). Y casi igual de hostil que el agua para toda manifestación de vida es también la tierra que rodea al Mar Muerto, una tierra uniformemente seca y asimismo salina; la única flora que asoma en los alrededores del lago son arbustos espinosos, acacias y algunos manojos de hierbas.

La única excepción notable en la aridez del Mar Muerto es Ein Gedi, una reserva natural protegida por el gobierno, que se encuentra en el centro de la orilla occidental. Desde tiempos bíblicos ese lugar ha sido un fértil Oasis.

En la orilla norte del Mar Muerto se encuentra tan solo unos pocos restos de asentamientos humanos. En cambio, en la costa sur la presencia del hombre ha sido evidente desde siempre, sabiéndose que las gentes que allí vivían en épocas antiguas se dedicaban a extraer los ricos minerales que se hallaban en las partes menos profundas de las aguas de este mar.
Mar Muerto: Pilares de sales formados en baja mar

Hoy día, cerca de la ciudad de Sedom, los israelitas han construido un complejo sistema de canales, cuencas de evaporación y fábricas para la obtención de potasio, magnesio, cloruro cálcico, cloruro sódico y otros compuestos químicos que se pueden extraer de las sales del Mar Muerto.

La moderna ciudad de Sedom, en el extremo meridional del lago, está cerca de las sumergidas ciudades de Sodoma y Gomorra, a las que se refiere el Génesis.

Según se lee en la Biblia, Sodoma y Gomorra fueron destruidas por el fuego y el azufre.

Algunos científicos sostienen que probablemente la causa científica  para que estas ciudades desaparecieron fue que durante algún terremoto, que hizo que las lámparas se cayeran y prendieran fuego a los depósitos locales de asfalto, substancia muy abundante en la zona.

El Génesis narra también como la mujer de Lot, sobrino del Patriarca Abraham, se convirtió en estatua de sal al desobedecer las instrucciones de los ángeles, que le habían avisado de la inminente destrucción de las citadas ciudades.
El Mar Muerto

Los estudiosos de la Biblia establecen un paralelismo entre esta historia y la presencia de grandes bloques de sal, dispersos a lo largo de las orillas del lago, y muy a menudo presentan formas que tienen un extraño y sorprendente parecido con figuras humanas.

Entre los lugares de interés histórico de la zona se destacan la fortaleza de Maqueronte, donde según el historiador judío Flavio Josefo, fue decapitado San Juan Bautista.

A lo largo de la orilla sudoeste se yerguen aún las torres de una antigua fortaleza que se convirtió en el símbolo del heroísmo nacionalista judío: Masada.

En este lugar un grupo de hombres, mujeres y niños, que en conjunto no llegaban al millar, durante la revuelta  judía del año 70, y que hizo frente al asedio de las fuerzas romanas formado por unos quince mil legionarios romanos durante casi dos años en defensa del último bastión del dominio judío en Tierra Santa, cuando finalmente los romanos abatieron los muros de la fortaleza y se vio claro que Masada iba a ser tomada por el enemigo, todos los judíos prefirieron suicidarse antes que rendirse. Solo unos pocos se salvaron y contaron la historia.

La localización de la fortaleza de Masada fue, durante mucho tiempo, la gran preocupación de muchos arqueólogos, que entre los años 1950 y 1960 tuvieron la satisfacción de ver sus esfuerzos ampliamente recompensados: Se sacaron a la luz almacenes, palacios y obras de defensa, así como la sinagoga y el baño ritual más antiguo de todos los que se conocen en Israel.

Para muchos la sola mención del nombre del Mar Muerto trae a la memoria una serie de notables descubrimientos arqueológicos que tuvieron lugar en la zona noroeste del lago en 1947.

En la primera de dicho año, un joven beduino pastor de cabras, llamado Mohammad, estaba buscando uno de sus animales que se le había perdido cerca de las ruinas del asentamiento religioso de los esenios en Qumrán, cuando vio, en las escarpadas rocas de la ladera de la colina, una cueva que no le era familiar.

Despreocupadamente tiró una piedra dentro de ella, y con gran sorpresa oyó el ruido de algo que se rompía. El joven se alejó corriendo asustado.

Pero más tarde volvió con un amigo, con la intensión de aclarar lo que tanto le había sorprendido. Los dos entraron en la cueva, y en su interior encontraron varias jarras grandes y tapadas, una de ellas rota por la piedra que había tirado.

Cuando los muchachos levantaron las tapas, un intenso y nauseabundo olor invadió la cueva. El olor procedía de lo que había dentro de las jarras: unos atados envueltos en tela y recubiertos de una substancia negra, pareciuda al asfalto.

Los muchachos tomaron con cuidado los atados, y los abrieron. Y lo que encontraron en ellos fueron unos rollos de pergaminos profusamente escritos, no sabían con exactitud qué era aquello, pero enseguida presintieron que se trataba de algo de valor. Llevaron algunos rollos l mercado beduino, cerca de Belén, y los vendieron a un anticuario.

Meses más tarde, el anticuario enseño los pergaminos al profesor Eliazar Sukenik, un arqueólogo de la Universidad de Jerusalén, Sukenik fue el primero en reconocer la antigüedad de los pergaminos, y en apreciar su importancia y su valor. Poco después, en mayo de 1948, una publicación especializada anunció al mundo el descubrimiento de lo que, desde entonces, se llamarían los royos del Mar Muerto.

Fragmento de uno de los manuscritos
Hasta el año 1956 los arqueólogos fueron recuperando de las cuevas próximas a Qumrán cientos de rollos de pergaminos, cuyos escritos se fechan entre el 300 a.C. y el 100 d.C.

Los eruditos determinaron que los propietarios de estos manuscritos debieron ser los esenios, miembros de una secta judía que se formó precisamente en Qumrán.

Sin duda aquellos esenios esconderían todos sus documentos en las cuevas poco antes de que Qumrán fuera arrasada por los soldados romanos en el año 68, después de la sublevación judía contra Roma que termina con la destrucción del Templo y los hechos de Masada entre otros tras la victoria de Tito.

Entre los manuscritos encontrados había documentos de incalculable valor histórico sobre un período, temprano y oscuro del judaísmo, así como también algunas versiones sobre varios libros del Antiguo Testamento.

Pero lo más preciado entre toda esa colección de manuscritos, son los que reproducen el texto hebreo del profeta Isaías, el primero de esos manuscritos consiste en un rollo de unos veinticincos centímetros de altura (formado por diversos trozos cocidos entre sí), que formaban una tira que pasa de los siete metros de longitud. El otro se halló en bastante mal estado de conservación, y tuvo que ser sometido a un minucioso trabajo de restauración.
En general, todos esos textos proféticos encontrados en Qumrán revelan la gran importancia que tuvo la existencia de los profetas en la sociedad de su tiempo; su labor ayudó en gran medida a modernizar la vida de aquel pueblo pequeño y laborioso.

Yigael Yadin estudia los Papiros del Qumrán
No cabe duda de que fue gracias a los profetas enviados por Dios, sus ideas religiosas y sociales, que el pueblo de Israel logró sobrevivir mientras otros más fuertes y poderosos, grandes imperios inclusive, se hundieron para siempre.

Los esenios pusieron mucho cuidado en proteger los escritos de Qumrán para conservarlos a las generaciones futuras, cuando las circunstancias se hicieron difíciles y peligrosas, y esa fue la razón por las que estuvieran tan bien guardados en las cuevas ignoradas de Qumrán.

En ese mar, que tanto significó en el pasado, en cuyas orillas vivía y se movía mucha gente, conoció luego siglos de silencio y de soledad. Pero hace poco tiempo, nuevas actividades han empezado a surgir a su alrededor.

Y podría darse incluso la paradoja de que ese mar, desde siempre sin vida en sus aguas, en su entorno asimismo pobre e infecundo, tuviera el extraño poder vital de renacer, de salir (como anunciaron los profetas), de su larga quietud se siglos.




miércoles, 3 de octubre de 2012

Ciudades Bíblicas: Cafarnaúm La ciudad de Jesús



La suegra curada por Jesús es la primera diaconisa del Nuevo Testamento

Dejando Nazaret Jesús fue a hablar a Cafarnaúm, en hebreo Kefar Nahum o Pueblo de Nahum, situado en la orilla noroeste del lago de Tiberíades, en territorio de Zabulón y de Neftalí, donde el profeta Isaías veía brillar “una luz grande” (Mateo 4,13-16).

A partir de ese día el pueblo de pescadores se convirtió en “su” ciudad, la ciudad de Jesús (Mateos 9,1). Es aquí donde Jesús llama a los primeros apóstoles: a Pedro y a su hermano Andrés, a Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, y esto en discrepancia con el uso de entonces que era dejar a los discípulos la elección de su maestro. Jesús a quien quiere. Los cuatro nuevos discípulos estaban pescando o reparando las redes cuando Jesús los llama (Mateo 4,18-22). El escritor francés, Françoís Mauriac, dice que “Cafarnaúm es la epifanía (manifestación) de Cristo en lo cotidiano”.

Ruinas de Cafarnaún y la Iglesia construida sobre la casa de Pedro

Jesús cura a un paralítico en casa de Pedro
En el relato de la curación del paralítico (Marcos 1,12) en casa de Pedro, el evangelista añade un inciso: Jesús vivía en casa de su discípulo, es decir la casa y la barca de Pedro eran la casa y la barca de Jesús. Al tener en cuenta que la casa de Pedro tenía como techumbre estacas y cañas entrelazadas, unidas con arcilla, por lo que era fácil a los que transportaban al paralítico en una camilla, hacer un boquete en el techo para descolgar la camilla en la que yacía el paralítico y así presentarlo a Jesús.


Jesús paga el impuesto del Templo
Mateo narra en Cafarnaúm el episodio del tributo que todo israelita pagaba al Templo de Jerusalén a partir de los 20 años de edad. Los que cobraban el impuesto se dirigieron directamente a Pedro porque sabían que Jesús era huésped de Pedro. La moneda de plata que el apóstol saco del pez para pagar el impuesto suyo y el de Jesús (Mateo 17,24-27) valía un siclo y bastaba para los dos. Algunos exégetas creen, basándose en este relato, que Jesús estaba inscrito en el registro civil de Cafarnaúm.


La casa de Pedro transformada en lugar de culto
Los padres franciscanos Virgilio Corbo y Stanislao Loffreda han sacado a la luz gran parte de Cafarnaúm: casas privadas construidas en el siglo II a.C. y en uso hasta el siglo IV d.C. La casa de Pedro no se diferencia de las otras. Estaba formada por pequeñas habitaciones cubiertas con techumbre, situadas en torno a un gran patio a cielo abierto. Al igual que las otras casas de la ciudad, también la de Pedro tenía idéntica técnica mural, idéntico pavimento, presencia de fogón en el patio y escaleras exteriores para ecceder al techo. A causa de la exigua distancia al lago, las casas no comportaban ni cisternas ni servicios higiénicos. La casa de Pedro fue venerada por los cristianos a partir de la primera mitad del siglo I y estaba destinada por la primera comunidad a lugar de reuniones. Así lo manifiestan los numerosos grafitos de los primeros siglos, trazados en lenguas griega, aramea, siríaca y latina, invocando el nombre de Jesús, el Kyrios. Hay también grafitos que reproducen fórmulas e invocaciones litúrgicas.


La casa de Pedro visitada por los peregrinos
Desde el punto de vista arqueológico la domus-ecclesia de Pedro del siglo IV constituye un descubrimiento único. Tiene estructura tripartita, con un atrio al este y el punto focal al oeste. Además, el edificio está separado del resto por un muro que rodea el terreno. Estos elementos nos evocan la planta general del Templo de Jerusalén. Estas afinidades no son accidentales, cuando se sabe que Cafarnaúm era en los cuatro primeros siglos de nuestra era, un centro de cristianos de origen judío. La virgen Egeria que visitó Tierra Santa en el siglo IV escribe en su diario: “En Cafarnaúm la casa del príncipe de los Apóstoles ha sido convertida en iglesia. Sus paredes están hoy como entonces fueron”. Hacia la segunda mitad del siglo V los bizantinos construyeron una iglesia de planta octogonal e implantaron el octógono central sobre la casa venerada. El anónimo peregrino de Piacenza, que visitó el lugar entre los años 560-570 d.C., recuerda esta última transformación de la casa, cuando escribe: “Después llegamos a Cafarnaúm, a la casa de Pedro que ahora es una basílica”.


Cómo pasó Jesús un sábado en Cafarnaúm
Los arqueólogos franciscanos han hallado un descampado entre la casa y el “cardo máximus” que franquea la casa al este, hacia el lago. Lo que confirma la frase de Marcos: “Después de algunos días entró (Jesús) en Cafarnaúm y se corrió la voz de que estaba en casa (de Pedro). Acudieron tantos que no cabían delante de la puerta” (2,1-2).

El evangelista Marcos nos refiere con vivacidad cómo Jesús pasó un sábado en Cafarnaúm. Primero, va  a la sinagoga en donde sana a un hombre con espíritu inmundo; segundo, va a casa d Pedro en donde cura a su suegra; tercero, a la puerta del sol, es decir, a la finalización del descanso sabático “le llevaron todos los enfermos y endemoniados. La población entera se agolpaba a la puerta”.

Muy de madrugada, antes del amanecer, “se levantó, salió, se fue a un lugar solitario y allí se puso a orar” Marcos 1,21-37).


Jesús cura a la suegra de Pedro
Jesús curó en la casa de Pedro  a la suegra del Apóstol “que estaba en cama con fiebre”. “El se acercó, la cogió de la mano y la levantó. La fiebre le desapareció y se puso a servirles” (Marcos 1.29-31). La fiebre era interpretada por los rabinos como un fuego que bebe y no come, que quema los huesos (levítico 26,16). Se le atribuía un origen diabólico, de ahí la fórmula de Lucas: “Increpó a la fiebre y la calentura desapareció” (Lucas 4.39).

La suegra curada, se puso a servirles con todo el calor de la hospitalidad oriental. Todavía hoy las mujeres hebreas preparan  el viernes por la mañana, o sea, antes de iniciarse el descanso sabático, la cena del viernes y la comida del sábado, ya que en sábado no está permitido encender fuego. La suegra “les servía”, dice el texto original. El tiempo imperfecto del verbo indica que les servía no solo al principio sino durante toda la comida.

El servicio es un término cargado de significado en el Nuevo Testamento. Con la palabra servir, la Iglesia primitiva interpretaba el amor fraterno: “No amemos de palabra ni con la boca, sino con hechos y de verdad” (1 Juan 3,18). El servicio es la característica de Jesús, dejada en herencia a sus discípulos, El P. Fréderic Manns, director del Estudio Bíblico de la Flagelación, no duda en definir a la suegra de Pedro como la primera diaconisa del Nuevo Testamento por haber servido al Señor.

Pía Compagnoni

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